«No puede haber una melancolía realmente negra
para el que vive en medio de la naturaleza
y goza de sus sentidos.»
—Henry David Thoreau—
Hemos descubierto en la cabaña que ahora habitamos Alberto y yo en Canadá, en mitad de la naturaleza, una enorme valija situada en el altillo de ésta. Como la curiosidad es quien impera en nuestra vida, ni siquiera hemos pensando si abrirla o no, sencillamente la hemos abierto, a favor nuestro decir que no estaba cerrada con llave, así que nadie nos puede llamar la atención. Al ver su contenido Alberto ha soltado una de sus carcajadas sarcásticas y yo un entusiasmado: «Increíble». Nos hemos sentado frente a ella para sacar parte de su contenido, pues a bote pronto es imposible pensar en sacarlo todo. Os estaréis preguntando, lectores míos, qué contiene la valija. Pues, la valija contiene una cantidad ingente de libros en perfecto estado que ya han sido leídos, pero que se conservan bien. Supongo que la valija los aísla del mismo modo del calor como del frío, de la humedad como de la sequedad. Y si en un primer momento hemos pensado que eran del mismo dueño, al ir hojeándolos hemos comprobado cómo cada uno está datado con fechas de lectura diferentes y por gentes distintas con lo cual hemos llegado a la conclusión de que cada persona que pasa por esta cabaña cuando descubre la valija guarda en ella los libros que ha podido traer consigo para leerlos en este paraje, para que así se queden dentro de ella por siempre jamás; de la misma manera como lee, si le apetece, los títulos que en su día, otras manos depositaron en su interior. Me ha parecido un gesto vibrante, lleno de alma, el convertir al libro y la lectura en testigos de quién pasa por este lugar. Hay fechas de todas las épocas, títulos de todos los géneros y en todas las lenguas. Y si Alberto se ha reído, ha sido porque al ver el hallazgo, sabía que en mí se produciría una explosión de felicidad. Manos a la obra hemos seleccionado algunos títulos que van a formar parte de nuestras lecturas, mientras estemos aquí, junto a los libros que nosotros hemos traído, y evidentemente ambos sabemos sin consultárnoslo que también dejaremos los nuestros dentro de la valija. En un acto que nos va a unir con todos esos seres humanos que siguen teniendo el libro como uno de los mejores refugios. A los dos nos ha parecido: el hecho de leer en esta cabaña que es también refugio de montaña para quien considera que leer es un refugio en sí mismo, algo muy semejante a rizar el rizo, pero de una manera significativa y hermosa. Por no decir, cautivadora.
Así que, hay silencio, sólo se oye el bullir de la vida en su verdadero estado, nada estorba, disfrutamos de todos nuestros sentidos, tenemos el corazón contento y nuestras almas libres están complacidas, estamos vivos, y es tal el sosiego de nuestros días que incluso podemos leer de un tirón. Sí, lectores míos, esta es una de esas situaciones, uno de esos instantes, en que puedes decirte a ti mismo sin riesgo de equivocarte: «Sí. Todo está bien. Todo está maravillosamente bien.»
Entonces leamos pues. Vivamos maravillosamente bien.
Deciros, por si sentís curiosidad, que el primer título que he escogido de dentro de la valija para leerlo es Desayuno en Tiffany's. Novela que sé que leí hace más de veinte años como mínimo, pero de la cual no recuerdo el argumento, y la película aunque pueda resultar extraño he de confesaros que no la he visto jamás.
Así que ahora, con vuestro permiso: callo, leo, vivo.
Así que ahora, con vuestro permiso: callo, leo, vivo.
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz
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[Fotografía de Alberto Fil]
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[Fotografía de Alberto Fil]