FORMENTERA 15.08.2012 / Violeta Ferran / Literatura en mayúscula
Me encuentro en Formentera con María Aixa Sanz recién llegada de Croacia, de Dubrovnik, concretamente, con la bolsa de viajes siempre a sus pies medio hecha para salir hacia cualquier lugar. Esta trotamundos bohemia se detiene unos instantes para charlar conmigo un rato sobre su trayectoria literaria. Con seis novelas publicadas en su haber y la séptima a punto de salir, echamos la vista atrás.
María Aixa engloba y define sus cuatro primeras novelas: «Como más viscerales, de aprendizaje, incluso osadas, que fueron escritas desde los sentidos, desde mi interior al exterior. Importantes para llegar al punto donde ahora me encuentro en mi trayectoria literaria. Han sido el camino para encontrarme a mí misma dentro de la literatura. Para saber que era lo que en realidad quería escribir.» En la literatura como en otros oficios artesanos cada obra va sepultando a la otra, y en el caso de María Aixa como en el caso de tantos escritores las tres últimas novelas escritas han dejado muy atrás a las anteriores, por dos razones, por tiempo y porque ‘La casona del sueño dorado’ supuso un punto de inflexión tan grande y maravilloso que es como si nos encontrásemos frente a otra novelista.
A esta etapa que comprende ‘La casona del sueño dorado’, ‘El olor del silencio’ y ‘Caótica’ (que saldrá publicada en el primer semestre de 2013 y que alguno ya hemos tenido la suerte de leer), Aixa, la define: «Como una forma de escribir desde el exterior al mundo sin barreras ni cortapisas siendo mi mayor aliada la imaginación.» Con esta forma nueva de escribir María Aixa Sanz disfruta como una niña con su oficio. Los personajes se convierten en sus amigos. E incluso me cuenta que por ejemplo con ‘Caótica’ se ha divertido muchísimo, es la novela con la que más se ha divertido escribiéndola. Del mismo modo que siente a Olaf el protagonista de ‘La casona del sueño dorado’ como un hijo; me confiesa que a veces echa de menos a James, el protagonista de ‘El olor del silencio’; en cuanto a los personajes de ‘Caótica’ siente por ellos una auténtica admiración, devoción y respeto, y a veces cuando le fallan las fuerzas saca fuerza de Cora McCall una de las protagonistas de ‘Caótica’. Ser novelista la hace feliz, sentarse a escribir y sumergirse en un mundo que va creando poco a poco de la nada le produce una felicidad que no puede comparar a nada. Cree que solo un buen lector puede comprender al escritor pues el estado en que se escribe se parece mucho a ese estado cuando el lector de tan sumergido como está dentro de una novela olvida el mundo, al resto del mundo, incluso sus circunstancias personales. «Es ese estar a gustito como si allí dentro no te pudiese pasar nada malo. Ese rozar la felicidad es lo que hace a la literatura tan especial, única.» Porque María Aixa Sanz es de las personas que en todo buscan la felicidad, que ven la botella siempre medio llena, que cree que en esta vida por lo único que deberíamos luchar es por proporcionarnos el máximo de felicidad, por ello con ese carácter tan mediterráneo y árabe que tiene no deja textualmente: «Que nadie me cague la vida ni me amargue la existencia ni a mí ni a los míos.» Viajera consumada. No solo encuentra placer en los viajes a lo ancho y largo del mundo sino también lo encuentra cada vez que empieza una novela, porque para ella comienza como novelista un viaje que parte desde un folio en blanco hacia no sabe dónde. Y ese no saber dónde es lo que más le atrae porque tiene mucho de aventurera. Esta valenciana aventurera, intensa y apasionada, a la que le encanta reír, ha hecho de su trayectoria literaria mediante la disciplina, la experiencia y el oficio que da el propio oficio, el amor a las palabras de las cuales le gusta conocer hasta el forro, y el no dejar que voces agoreras y sombrías interfieran en su trabajo, una trayectoria sólida que la convierten en una de las mejores novelistas del Mediterráneo. Los tres últimos títulos, sus últimas tres novelas: ‘La casona del sueño dorado’ (2010), ‘El olor del silencio’ (2011) y ‘Caótica’ (2013), son historias espectaculares que ocupan cada una el vértice de un triangulo. Tres historias completamente distintas, puesto que María Aixa es versátil y le gusta cambiar de registro y lo hace con éxito. Con el fin de que cada novela no se parezca en nada a la anterior, con tal de disfrutar más escribiendo ella y leyendo la legión de lectores que tiene. Pues bien, como decía, los tres últimos títulos se pueden poner en cada vértice de un triangulo porque en nada se parecen sus historias aunque las tres tienen dos cosas en común: Una, la búsqueda de las raíces del protagonista, como si en ellas se escondiese o a través de ellas se pudiese averiguar todo de él. Las raíces son el sitio a donde regresar siempre, pues según María: «No debemos olvidar de dónde venimos y tampoco debemos mirarnos demasiado el obligo puesto que en ambos casos se pierde la perspectiva del mundo y cuando uno pierde la perspectiva del mundo el mundo se lo traga»; y dos, la pluralidad, tamaño, inmensidad, matices del gran número de personajes que tiene cada una. Todas ellas son novelas con muchos personajes.
Aixa necesita escribir todos los días. Pues no escribir para ella es como morir en vida, como para el lector no leer todos los días, al menos un rato, es perderse en el ruido. Escribir y leer. Su vida es la literatura, me confiesa. Y con esa frase termina una charla llena de energía positiva porque si hay un rasgo que caracteriza sin igual el carácter de esta novelista valenciana es su energía, su vitalidad y su actitud frente a la vida. Algo que se palpa y bulle en sus novelas.