Recién acabada la lectura de LOS INQUIETOS hago mías las buenas sensaciones de otros lectores de esta historia. Con el poso de la sonrisa dulce que dibuja, me consta, en el rostro del lector; me dispongo a escribir esta nota sobre la décima novela de María Aixa Sanz. ¿Estamos ante una lectura acogedora (cozy), una historia acogedora (cozy)? Muy probablemente. Aunque si bien para mí las etiquetas dejan de ser necesarias, cuando la lectura ha sido de provecho y ha resultado ser magnífica para los días difíciles. El buen ánimo, la buena onda, la impresión maravillosa de estar a gusto, el bienestar que va copando los sentidos mientras se sigue atentamente las peripecias de Neville, es de un valor innegable, y lo mejor es que se instala en el lector hasta la última página. ¿Y por qué? Por dos aspectos a mí parecer. Dos aciertos desde mi punto de vista: El dinamismo de la historia. Ni en una sola página dejan de pasar cosas. Y la luminosidad del protagonista. La luz que emana el personaje de Neville convierte LOS INQUIETOS en una historia luminosa. Divertida, sincera, cautivadora. La mirada clara y el corazón abierto de Neville encuentran su lugar en nuestra propia mirada y en nuestro propio corazón. En compañía de Neville incluso podemos llegar a averiguar que al desenmascarar las debilidades podemos convertirlas en fortalezas. Un inteligente y conmovedor Neville, pone el acento en la complicada relación que todos tenemos con el obrar correctamente. Y nos alerta de la importancia de no decepcionarnos a nosotros mismos y a quiénes amamos si llega el caso de tener que responder a la pregunta de: 《 ¿ cómo he llegado hasta aquí y qué pasa ahora?》 Añadir que mientras lo leía no paraba de pensar en las muchas personas a quienes recomendaría este libro. Hecho está. Así que dejo constancia también aquí de mi total recomendación.
Pilar Medina para Lecturalia
© LECTURALIA
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Sinopsis:
Neville acaba de jubilarse, tiene sus días perfectamente planificados. Sus jornadas transcurren plácidamente alrededor de una serie de tareas que conforman su rutina diaria. Esto es así hasta que el Universo decide que los días de paz y sosiego para Neville han terminado. Entonces lo aboca para su desesperación a toda una suerte de peripecias (ahí surge la comedia de enredos) con vecinos, desconocidos, viejos conocidos, antiguos amores y demás. Se verá, sin comerlo ni beberlo, en la tesitura de tener que resolver (cual héroe de andar por casa) distintas encrucijadas (una tras otra) o hacerse el longui. ¿Pero está en el carácter y en la forma de ser de Neville pasar de puntillas por los problemas que encuentra en su camino? ¿Es de los que prefieren mirar hacia otro lado o involucrarse?