«Cada lección en lo salvaje, es una lección de amor.»
―John Muir―
Vivir en el mundo natural, al compás de la naturaleza, en sintonía y armonía con ella ha hecho que toda una capa de mi yo se desprenda de mí. La capa y la vestidura de lo prescindible. Y, ahora, metafóricamente desnuda, inmersa en el mundo natural me he dado cuenta de cuántas cosas, costumbres, hábitos e incluso de cuántos animales humanos podía prescindir, me he dado cuenta de que vivo al compás del planeta y sus elementos, sabiendo que he regresado a la casilla de salida, donde todo comenzó, regresando a la vida natural en la que pasé mi infancia: descalza y feliz. Soy parte de la tierra y de esos cielos, de los ríos y de la mar, soy hermana del pájaro, soy la tolerada del animal no humano que me mira y me ve sin ser yo ni siquiera consciente, soy la contempladora de la elaborada y meticulosa belleza que el hombre durante toda la existencia ha tratado de imitar, soy hija de la luna y del sol, aliada del viento, novia de la lluvia y la nieve. Estoy aquí y he regresado al principio de todo. Como tenía que ser. El animal humano que somos está preparado, tiene los mimbres y posee la sensibilidad para regresar al mundo natural. Afortunado es, somos, quienes lo hemos logrado. Puesto que lo que nos es ofrecido como regalo, como una vida nueva, nunca jamás nos habría sido otorgado en el asfalto. Somos tierra. Somos aire. Somos árbol. Somos agua. Somos animal en movimiento. Somos libres. Regresar es lo que ansían nuestros sentidos y el regreso en sí es la primera de las recompensas. A la que le seguirán otras muchas que son las que te dejaran ver que tú eres de carne y hueso, que eres fuerte, que resistes, que eres más valiente aun de lo que creías y que sobrevives de la misma forma sin paracetamol como sin tantos otros elementos y ataduras con los que pensabas que no era posible vivir. En el mundo natural descubres que has dejado de obedecer. En el mundo natural aprendes que lo único que necesitas para estar llena de vitalidad y de fuerza, sana y saludable como cuando eras niña, como al principio de todo, es vivir al compás de la Tierra. Lo único que te vale es que tu yo interno y externo, tu mente y tu cuerpo, se sincronicen con ella. Y, entonces, al ir totalmente al compás, averiguas cuál es tu lugar en el mundo como también percibes que la relación con el mundo natural es de todas las carreteras de doble sentido, la que tiene más razón de ser. La única que en verdad vale la pena transitar. Puesto que al ser la más silvestre, salvaje y libre es también la más auténtica. La búsqueda de la autenticidad debería ser el objetivo de toda existencia, por ello, si sabes dónde habita cuánto antes emprendas el regreso a lo auténtico mucho mejor, ya que eso es regresar a los orígenes. Lo que estoy narrando ahora mismo es algo que muchos ya hemos comprendido, por ello hemos regresado, ya que además de llevar la autenticidad en nuestro ADN, alejarnos de lo auténtico siempre lo entendimos como una suerte de disparate. El mundo "civilizado" e insostenible que conocemos hoy en día es el principio de la cuenta atrás para todos. Se acabó lo que se daba. Sacrificamos los orígenes por una vida fácil, artificial, química e industrial, y nos creímos morir de modernidad; fuimos capaces incluso de renegar y renunciar a nuestras propias canas, sin saber que con esa actitud y con todo eso, en el intento mataríamos poquito a poco la salud del planeta y por ende la nuestra. Disparamos al corazón de la vida a cambio de una sartén con teflón y botellas de un sólo uso, porque guisar en una sartén de hierro y retornar los cascos de vidrio a los ultramarinos no era moderno. No nos valía ir a comprar con un capazo de rafia sino teníamos que ir con las manos en los bolsillos para volver cargados con enormes bolsas de plástico para de esa forma sentirnos estupendos en vez de estúpidos. Confundimos lo tóxico con el progreso, sin detenernos a pensar que era un error garrafal vivir a la contra de la Tierra. Y aun a pesar de lo evidente, sé, que la sociedad como una masa compacta, no como individuo, sólo lo entenderá cuando comience a estar de moda regresar a lo auténtico. Pues aquí lanzo mi aviso: idos preparando porque el principio de la nueva modernidad comienza con los huevos que van a ser todos de gallinas de corral, fíjate tú, y eso, ya está a la vuelta de la esquina. Y no hay "huevos" para parar la revolución de lo auténtico. ¡Arriba el planeta! ¡Arriba lo auténtico! ¡Arriba el regreso!
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz