sábado, 11 de noviembre de 2017

MUNDO NATURAL


«Para mí, el hombre es restricción y la naturaleza 
libertad. Él me hace desear otro mundo y ella me hace 
estar feliz en éste.» 
—Henry David Thoreau—


Hay días en que en mi ánimo no está el escribir nada, pero es raro que no acabe sucumbiendo a mi forma de estar en el mundo, a mi modo de respirar. De manera que siempre acabo engarzando palabras ya sea para una cosa u otra, con un objetivo u otro. Pero así soy yo. Y cada uno, pues es como es. No sé parar quieta, no le doy tregua al aburrimiento. «¿Quién es ese?», me pregunto a veces a mí misma con la risa aflorando en mi rostro e iluminándolo. Como os he comentado con anterioridad, no sé aburrirme. No puedo. Desde niña, yo y mis tejemanejes hemos aniquilado el aburrimiento hasta tornarlo un auténtico desconocido. Y de la misma manera como no se aburrirme y no puedo vivir sin escribir tampoco puedo existir sin mezclarme con los seres vivos que habitan la naturaleza en su totalidad. Nada me nutre más que formar parte de ese mundo natural. De ahí nazco, en él mi inspiración se inflama. Sin ese mundo natural no soy nada. Quién me conoce sabe que no podría vivir encerrada en un piso, en un apartamento de una ciudad y tener por suelo el asfalto y por cielo algo que no fuesen las estrellas o la bóveda celeste al alcance de la mano. Así que en el mundo natural me muevo, salto, bailo como una puma negra. Y me digo a mí misma: «Bienaventurada eres María. ¡Bendito mundo natural!» Pues bienaventurada soy y dichosa me siento. Afortunada como sólo se es cuando uno es plenamente consciente de que está instalado en la felicidad sin necesidad de haberla perdido para darse cuenta. Vivir en la naturaleza te enseña eso, que siempre lo más hermoso es lo que está al alcance de nuestros sentidos y por tanto la dicha reside ahí. Se encuentra próxima a nosotros y no entiende de artificios, ni dobleces, ni artimañas, ni disfraces. Las cosas realmente importantes, las que nos cambian la vida, las que transforman nuestro interior, las que nos llenan de dicha son las más baratas. Son las que no se compran. Son las que no se encuentran tras un mostrador. Son las que cada día y cada noche y con cada estación están delante de nosotros, a simple vista, para que apreciemos tanto su valor como su poder evocador, soñador, convertidor y sanador. Considero que en el mundo natural llevo una vida bastante interesante que me completa como ser humano. Por tanto no es extraño que el runrún del mundo no me interese. Así que intento alejarme de él al máximo, ya que para mí, la vida está donde todo existe en su esencia y donde se le permite a los sentidos percibir el cambio más nimio y mínimo, a las sensaciones experimentar lo impensable y a los pensamientos brotar, nacer, crecer y tomar forma. Resulta insuficiente incluso estéril sentarse a escribir si no has vivido, amado y sentido. De sobra lo sé, puesto que sólo cuando todo mi interior y mi cuerpo se mueven al compás del mundo natural es cuando bullen en mi mente las ideas, las reflexiones, las cavilaciones, las frases, los proyectos y los bosquejos que serán punto de partida. Y ahí, en el punto de partida, es cuando todo verdaderamente cobra sentido y puedo decir que soy realmente feliz.


Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz