Como en otras ocasiones os he comentado, mucho de lo que escribo, es previo encargo. Hace unas semanas recibí el encargo de escribir una historia de amor en la que la Navidad estuviese presente, si alguno de vosotros ha leído mis novelas sabe que no soy de escribir historias de amor, es más, mis novelas distan mucho de lo elementos, las hechuras y de lo que se espera de una historia de amor. Al leer la propuesta tuve ganas de desestimarla pero como no soy impulsiva la dejé en el cajón de las cosas pendientes de acometer o descartar. Estuve varios días reflexionando sobre el amor. Sabiendo que siendo como somos seres a los que la muerte nos ronda desde que nacemos y que una existencia así con la conciencia de que uno es mortal, —es difícil de soportar a palo seco—, es fácil llegar a la conclusión de que vivir sólo puede soportarse con el amor que otro te da, con todo eso tan bonito que te regala otro ser que tendrá el mismo final que tú. Si bien es verdad que tener un trabajo que te apasiona y que te he hace crecer día a día es lo que te completa como individuo, como persona, lo que te completa como ser humano es el amor en todas sus vertientes, y cómo no, el amor entre quienes al conocerse son dos extraños. Hace unos años cuando la gran crisis económica estaba asomándose le dije a un amigo que sólo iban a poder salvarse quienes tuviesen una forma de vivir austera, sin vicios sanos o insanos, caros. Mi amigo se enfado conmigo. Probablemente puse el dedo en alguna herida abierta, y que a él, le escoció lo suficiente para enfadarse momentáneamente conmigo. Ahora, hoy, siendo habitante de un mundo con tanto odio y tanto ego por todas partes y en tan diversas formas; en esa manera de estar en el mundo que tienen algunos de creerse por encima del resto, olvidándose de que también son mortales y que están desaprovechando y desperdiciando la verdadera vida, sé que en este tiempo sólo nos puede salvar el amor. Enamorarse perdidamente de alguien. Encontrar esperanza en ese amor. En esa clase de amor que tiene el poder de transformar y cambiar para bien la vida del otro. La posibilidad que nos ofrece el Universo de poder amar y ser amados con esa clase de amor es lo que nos salva todos los días, lo que nos vuelve eternos, lo que nos aleja del sinsentido en los que a ratos y a días se convierte la existencia. Igual, lectores míos, estáis de acuerdo conmigo al pensar en que cuando una persona se enamora de otra y resultar ser el amor en mayúsculas, cuando uno está inmerso en una historia de amor verdadero, en lo primero que se nota es que por fin uno se convierte en la persona que siempre ha querido ser. Y eso es algo a lo que todo mortal con conciencia debería aspirar. Ser quien siempre se ha deseado ser. De modo que como podéis presumir, al final, me decidí por aceptar el encargo de escribir una historia de amor. Eso sí, lo haría en tanto pudiese captar y retratar en negro sobre blanco ese poder de transformación para bien que posee el amor verdadero, porque con ese clase de amor que lejos está de poses y falsedades, lo que hay es lo que lo somos. Y espero de corazón, una vez escrito, haber conseguido atrapar un chachito de ese poder en poco más de diez mil palabras.
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz