«Nadie, ni yo, puede andar ese camino por ti.
Tú mismo has de recorrerlo.
No está lejos, está a tu alcance.
Acaso te hallas en él sin saberlo, desde que naciste; acaso lo
encuentres de improviso en cualquier parte, en la tierra
o en el mar.»
—Walt Whitman—
Cuando los seres incluyo también los humanos llegan a tu vida, llegan con una nota a pie de página que tú omites leer en un principio; porque quizás no la ves con claridad o porque tal vez está escrita en un lenguaje cifrado o desconocido que todavía tienes que descifrar o aprender. Pero todos los seres llegan a ti con una nota a pie de página que obvias y que sin que te des cuenta se irá con el paso del tiempo introduciendo en tu existencia, en todo tu ser, haciendo que aflore en ti un sentimiento que aunque antes estuviese no estaba tan agudizado o tal vez no se había manifestado con tanto énfasis. Hay una leyenda o un runrún sobre el Universo que dice que éste te pone en las manos los instrumentos para que tú desarrolles una capacidad en concreto y no otra, en el momento en que es más necesaria para ti. Por ejemplo, en algunas ocasiones todos hemos pensado: ojalá tuviese más paciencia, o para acometer esto tendría que tener más gallardía, o a mis días le sobra dureza y le falta más suavidad, o me es necesario otro punto de vista para ver las cosas con mayor transparencia. Entonces el Universo en vez de darte la pócima de la paciencia, de la gallardía, de la ternura o de la clarividencia, como si de un jarabe se tratase, para que te bebas dos dosis diarias durante cinco días seguidos y te conviertas de ese modo, en un visto y no visto, en un ser lleno de paciencia, gallardía, ternura y perspicacia. Va, y hace, que se presente en tu vida un ser vivo que origina y provoca que tú desarrolles eso que tanto anhelas tener. Y un día se asoma a tu puerta y sin llamar entra en tu hogar y por ende, a tu vida, un cachorro de perro que te aboca a desarrollar una paciencia infinita porque él lo vale y lo necesita; o una contrariedad de difícil resolución que te hace buscar en ti cada gramo de valentía, arrojo y fuerza para afrontarlo de cara sin miedos; o llega una persona totalmente desconocida y dado su carácter sin apenas tú notarlo calma tus días, suaviza tus horas, y por lo que va significado ella para tu persona, con los meses hace brotar en ti un sentimiento de bondad y ternura hasta límites insospechados, que llega a asombrarte, convirtiéndose en un ser necesario en tu día a día; o cae en tus manos un libro que te hace reflexionar, despejando tus dudas y te da una nueva visión de lo que te preocupa, teniendo así una perspectiva más amplia, ésa que tan menester te es.
Si hacéis, lectores míos, el ejercicio mental de pensar cómo llegasteis a tener tal o cual capacidad comprobareis con una facilidad pasmosa como algún ser vivo intercedió para ello, para que la alcanzaseis.
Comprobareis como crecer como personas es en el fondo un ejercicio de aprendizaje en el que sin duda alguna intervienen otros. Constatareis como las notas a pie de página son las huellas, la impronta, que los otros dejan en nosotros para los restos. Y el conjunto de todas esas notas a pie de página de los seres a los que amamos, admiramos y queremos o quisimos, como también las de los que llegamos a odiar y nos hicieron sufrir, hacen que nuestro libro de la vida se enriquezca convirtiéndose en algo único e imposible de cambiar por el de otra persona. De tal manera que el libro junto a las notas a pie de página dibujan nuestra historia. Esa que nos pertenece sólo a nosotros y por ello resulta ser extraordinaria e intransferible y también hermosa porque es la nuestra y sólo nosotros la hemos podido escribir de esa forma y no de otra. Pues, al fin y al cabo, cuando vinimos cada uno de nosotros a este mundo nuestra historia era un folio en blanco.
Besos y abrazos a tod@s.
María Aixa Sanz