miércoles, 19 de abril de 2017

EL CORAZÓN


«El corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas.»
—Proverbio hindú―


En el corazón las personas ubicamos todo tipo de sentimientos, deseos, pasiones, miedos, esperanzas, amores y desamores. Como si fuese un gran cajón o el viejo trastero al que todo va a parar. No en balde, el infarto de corazón es la primera causa de muerte. Pensándolo bien, no es de extrañar, pues lo sobrecargamos como si fuese capaz de aguantarlo todo. Y encima nos llenamos la boca de él. Cuando no sabemos cómo explicar algo, echamos mano del corazón, y allá va el desairado tiene el corazón como una piedra, o el confiado me ha abierto su corazón, por no hablar del sincero con el corazón en la mano, o el franco te lo digo de todo corazón, o el asustadizo se me ha encogido el corazón, o el generoso es que no le cabe el corazón en el pecho, o el insidioso le ha partido el corazón a ella o a él que es todo corazón o que tiene un corazón de oro. Y también por si todo esto fuera poco: podemos hacer de tripas corazón, o tenerlo en un puño o que nos dé un vuelco, e incluso por poder, podemos tener hasta una corazonada. 
Así pues, lectores míos, como muy bien sabéis en pocas horas de nuestra existencia no está el corazón presente de un modo u otro. Cuando en realidad el corazón sólo es un órgano muscular hueco, impulsor de la circulación de la sangre en los vertebrados y otros animales. Que no se puede romper al ser un músculo, como mucho se puede aplastar. En cambio, ahí estamos nosotros, osados donde los haya, haciendo de nuestra capa un sayo, resguardándonos tras él para explicar al dedillo nuestro existir. Y, si ya de por sí, el susodicho corazón es asunto serio, puesto que sin él no podemos vivir; tampoco sin él, podemos definir qué nos pasa y que de esa forma nuestros congéneres puedan hacerse una idea de qué diantres nos ocurre. De tal manera, que además de ser un músculo, el corazón se convierte en nuestras manos o mejor dicho en nuestras lenguas en una forma de hablar, en un lenguaje universal. Sea como sea. Sea sólo un músculo o sea una pertinente entelequia a la que recurrir ya que es capaz de soportárnoslo todo, incluso una vida entera; qué hermoso es tener un corazón enamorado, saber que nuestro corazón es capaz de amar con todo su ser, ser conscientes de cuán valiente es cuando sufre y cuánta gratitud hay en él cuando siente alivio, qué afortunados tenemos que sentirnos al saber que nuestro corazón es capaz de llorar, de reír contento al presenciar y sentir la alegría brotando a su alrededor, qué emocionante es poderlo ver sonrojándose, pues todo eso significa sólo una cosa: que nuestro corazón late, que es un corazón que está vivo. 
Entonces, lectores míos, cuando todo eso ocurre, no debemos preocuparnos por nada, porque en realidad todo está bien. Todo está perfecto. Nuestro corazón está en plena forma. Y, con sinceridad, no creo que podamos pedirle más. Sólo nos queda mostrarle nuestro agradecimiento por tanto y tan bueno, y desearle paz. 


Besos y abrazos a tod@s. 
María Aixa Sanz